
Por Dr. Inocente Castellanos Alejos
Durante mucho tiempo, los pueblos indígenas han sido ignorados por quienes toman decisiones en México. Por eso, ver a Hugo Aguilar Ortiz, un hombre mixteco, llegar a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es más que un logro personal: es un mensaje claro al sistema que ha excluido a nuestras comunidades por siglos.
Aguilar Ortiz no solo tiene una gran trayectoria como abogado. Él representa a quienes han defendido su tierra, su lengua y sus tradiciones frente a la injusticia. Su trabajo ha sido clave en proyectos como el Tren Maya y el Corredor Interoceánico, donde luchó para que las comunidades fueran escuchadas. También participó en la reforma del artículo 2º de la Constitución, que reconoce los derechos de los pueblos indígenas.
Su toga con flores no es solo decoración. Es una forma de decir que nuestras culturas merecen respeto, incluso en los espacios más altos del poder. Su presencia en la Corte nos invita a preguntarnos: ¿estamos listos para una justicia que escuche y entienda nuestras formas de vida? ¿Podemos darle el mismo valor a una ceremonia tradicional que a un acto oficial en el Senado?
No sabemos si su llegada cambiará todo el sistema judicial. Pero sí abre una puerta. Una puerta por donde pueden entrar el pensamiento zapoteco, la lengua tsotsil, la visión maya. Una puerta que nos recuerda que la justicia no es imparcial si no reconoce nuestras historias y heridas.
Desde la Regiduría de Asuntos Indígenas y Afromexicanos que orgullosamente represento en Santa Cruz Xoxocotlán, felicito al Ministro Presidente de la Suprema Corte de justicia de la Nación, Hugo Aguilar Ortiz. Confío en que su papel será clave para que nuestros pueblos sean escuchados y respetados como merecen.
Hoy más que nunca, esa puerta debe convertirse en camino.